viernes, 3 de abril de 2009

La Pesadilla llegó

25 de marzo de 2009

La calma parecía eterna,
El sol inició su eterno turno,
Horror oculto tras la cortina de humo,
Nadie creería ver la tierra enferma.

Cáncer en el ser, tiempo de creer,
Al final del día nadie lo creía,
A merced de los demonios de la noche,
Lenta te carcome la cruenta agonía.

Barrotes en las ventanas,
Azotes a las almas,
La pesadilla llegó.

Candados en las puertas,
Amenazas siniestras,
La pesadilla te atrapó.

Arropa a tu hijo,
Abraza a tu esposa,
Besa el crucifijo,
Encomiéndate a tu fe,
Convéncete de tu suerte,
Sal y dile al mundo que la pesadilla es hoy.

Han llegado los días de traición,
Tu seguridad devorada por la ambición,
Ha llegado el tiempo de ser presos,
Tu felicidad valió unos cuantos pesos.

Patético el círculo en el que camino,
Cuando quien me protegía es el espía,
Ya la ciudad no es la misma que solía,
30 monedas cegaron al insensato político.

Alambre de púas en las azoteas,
Almas de la violencia reas,
La pesadilla llegó.

Las calles de noche desiertas,
Amenazas son las sombras,
La pesadilla te atrapó.

Arropa a tu hijo,
Abraza a tu esposa,
Besa el crucifijo,
Encomiéndate a tu fe,
Convéncete de tu suerte,
Sal y dile al mundo que la pesadilla es hoy.

Dile a tu madre que la quieres,
Pues no sabes si mañana vuelves,
Agradécele a tu padre los años vividos,
No sabes si mañana estará vivo.

Hoy no peleen hermanos y hermanas,
Quizá mañana lleves flores a su tumba,
Sólo por hoy dí: “buen día vecino”,
No sabes a quien de los dos lo alcanzará el destino.

Escríbele a quien esta lejos de esta tierra,
Dile lo que sientes por última vez,
No es que sea la peste o vayas a la guerra,
Es sólo que la pesadilla ya llegó a Salvatierra.

miércoles, 4 de marzo de 2009

CUENTO

La Virgen quien murió en el Edén
01023
14 de octubre de 2008


El viento del sur iluminó mi pensamiento aquella mañana, abrí mis rojas retinas al nuevo día, un deseo profundo me arropaba, ojalá al levantarme esté en casa… no, no estoy en mi cama, entonces quizá todo fue verdad, no, prefiero seguir pensando que fue un mal sueño no importa que tenga que caminar 2 kilómetros hasta mi casa, esta mañana desperté en mi cama.

El atardecer enfriaba al valle,
De regreso a casa por aquel camino,
Aquella pareja detrás de la barda
Llamó mi atención con su discusión,
Juventud impetuosa, agresiva y sensual.

Ella es una hermosa joven,
Él es un osado Don Juan,
Las palabras luchan por un ideal.

Ella, sensual doncella, se resiste,
Él, fornido mozo, terco insiste,
La historia de tantas parejas.

La joven se sonroja y niega con la cabeza,
La propuesta es atrevida y no está decidida,
Pero esas hermosas palabras nadie más se las da,
En casa sólo insultos y humillaciones son su pan,
Juventud abandonada, perdida y agredida.

Ella se decidió y dijo si,
Él sonrió ufano de su victoria,
Ahora a escribir su historia.

Ella lo sigue cabizbaja,
Él la guía hacia el rio,
Le dice le mostrará el paraíso.

Los sigo por morbo, por saber, por aprender,
El arrullo de las aguas es tierno a sus oídos,
Besándose cruzan entre piedras y carrizos,
Hasta la pequeña isla de arena en medio del río,
Lentamente se dejan llevar por sus instintos.

Ella se entrega por primera vez,
Él toma su trofeo suavemente,
No hay prisa pues se detuvo el tiempo.

Ella le ofrece su piel fresca,
Él bebe del vino tan anhelado,
La recorre de labio a labio.

Las sombras nos sorprenden en el Lerma,
Trato de acercarme más pero resbalo al agua;
Las aguas son frías, suerte, no me oyeron,
La luna es pálida aún en el cielo, poco veo,
Dos siluetas desnudas danzando por el pasto.

De pronto, la obscuridad total.

¿Qué pasó?, ¿qué nubarrón se cruzó?,
Una luz surge en la isla de los amantes,
Ella está en la antesala del orgasmo,
Él la toma del suelo y le extiende los brazos,
Delicadamente separa un poco más sus piernas.

Ella, la virgen excitada,
Él, el intrépido seductor,
Besa los labios carnosos y se retira.

Ella, no abre los ojos,
Él, desaparece no muy lejos,
¿Qué sorpresa le tiene preparada?

Ella sintió el fresco entre sus morenas piernas, suspiró… un delicado golpe y surgió un hilillo de sangre, abrió los ojos y soltó un leve lamento, no comprendía este dolor agudo entre sus carnes, esto no debía ser así…

Ella siente unas manos acariciando sus muñecas,
Suave caricia que prolonga su placer en la isla,
Pero, otras manos tibias acarician los tobillos,
El tiempo se detiene y veo que le vendan los ojos,
Decenas de antorchas aparecen de entre los carrizos,
Seres de rostros viejos, pálidos, mestizos, ¿demonios?,
Un pañuelo atrapa los gritos de la joven virgen.

Ella siente como su piel se abre, no comprende,
Un viejo se acerca y recibe la sangre en una copa,
Remoja la ostia que dice ufano robó de la parroquia;
Quiero huir pero no puedo, quiero ayudarla pero no puedo,
Lentamente me meto al agua, mientras a ella la hiere la daga,
Cae de rodillas entre oraciones y burlonas risas,
Por tratar de escapar del dolor encontró el terror.

Ellos gritaban al cielo retando al Dios que no bajó,
Enloquecidos declararon a su Obscuro Amo vencedor,
La virgen ha muerto en el “Paraíso” ante mis ojos,
Contra la corriente corro, no me importan los golpes,
No sé cuantas piedras pinté esa noche de rojo,
Pero debía salir de ahí antes de que supieran de mí.

Un par de antorchas me persiguen,
¿Por qué no se oyen los perros ladrar?,
¿Por qué no puede más la luna brillar?,
Salgó por entre una milpa de maíz,
De pronto, un golpe y no supe más de mí.

Camino por el camino de terracería, ya se ven cerca las primeras casas, ahí, en una esquina están varios señores tomando, tal vez me ayuden, les diré lo que vi… me acerco.
- Tómale compadre y al rato vamos a Salvatierra a reportarlo a Salvatierra, pa que la busquen.
- No compa, si esa pinche mocosa se quiso ir con ese buey mejor que ni vuelva a saber de ella.
- Pero es su hija, ahorita está borracho compadre, cuando se le pase la borrachera vamos.
- Ya le había dicho que no noviara con él, hasta unos chingadazos le puse un día, pero no entienden, pinches viejas…
- Cálmese compa, ella nomas platicaba con él en la cerca.
- Buenos días señores.
- Buen día.
- Escuché que buscan a una chava.
- Pos si, mi’ja se fue con el cabrón de su novio.
- Yo ví a una pareja ayer en la tarde que iban rumbo del río.
- No me importa.
- Pero…
- ¡Qué no me importa chingao!; y vete, aquí no queremos mariguanos.

No supe cómo, sólo recuerdo que lo golpeé hasta el cansancio, un trancazo por cada lágrima que no dejaron llorar a la muchacha, una patada por cada lágrima de seguro la hizo llorar en casa, le pegué hasta que me corrieron a punta de pedradas. Ahora callaré lo que vi anoche en el río y a ver si con el tiempo lo olvido.